El invento maravilloso
Personajes: El Inventor,
El Dueño de casa
La SeñoraLa voz de María
(Interior de la casa. Entran el Inventor y el Dueño de casa con el invento.)
Inventor. —Pues sí, señor, con este maravilloso invento podrá comprobar
cuándo tratan de engañarlo.
Dueño. —¡Ajá!, muy bien, y dígame, amigo, ¿cómo funciona este extraño
aparato?
Inventor. —Funciona de la siguiente forma, señor. Cuando las ondas etéreas
que funcionan en el éter al transmitirse y al estar en desacuerdo con las
vibraciones emitidas por los sonidos que juntamente con los rayos cósmicos
se diferencian fundamentalmente de la oposición que la provocan y
la influencia cósmica en relación con los contactos que se mantienen en la
capa atmosférica provocan el encontronazo y el aparato funciona…
¿Entendió?
Dueño. —(Rascándose la cabeza.) Este… ¡ni una palabra!
Inventor. —Bueno… vea, señor, es muy fácil… escuche bien: “Cuando
alguien dice una mentira frente a este aparato, el globito que usted ve aquí,
se infla”… y funciona entonces como detector de mentiras.
Dueño. —¡Muy bien, muy bien, entendido! Y dígame, ¿no podrá usted
realizar una prueba para ver si funciona?...
Inventor. —¡Pero cómo no, señor! Preste usted mucha atención. Por ejemplo,
¿sabía usted, señor, que esta mañana compré vino común a 3,60 el litro?
(El globo se infla.)
Dueño. —¡Maravilloso!... ¡Maravilloso!... ¡Extraordinario!
Inventor. —… Pero, señor, mi aparato es más extraordinario todavía.
Escuche bien: ¿sabía usted que Colón cruzó los Andes? (El globo se infla.)
Dueño. —¡Maravilloso!... Estoy estupefacto… Y dígame, amigo inventor,
¿cuánto pide usted por este fantástico invento, eh?
Inventor. —… Y… yo pido, señor, nada más ni nada menos que 10 millones
de pesos…
Dueño. —Uuuuuhhhh… me parece que es caro, ¿eh?
Inventor. —Pero tenga en cuenta, señor, que para construirlo he gastado en
tornillos 20.000 pesos… (El globo se infla.)… este shhhshhh…ehhh… este
no, quiero decir 20 pesos (El Dueño intenta mirar el globo y el Inventor lo tapa.) Pero, señor, debe saber que he demorado para la construcción del
aparato… seis años, señor. (El globo se infla.) Repito… este… quiero decir
seis horas, seis horas, ¡puf!
Dueño. —Vea, amigo Inventor, usted es un mentiroso, el aparato lo demuestra,
pero me quedo igual con el invento. Dígale a mi Secretario que le pague.
Hasta luego. (Saluda el Inventor y se va.) Ahora sí… ahora voy a saber quién
me engaña… si María, mi cuñada, cuando va a hacer las compras me
engaña, si mi mujer cuando va tan coqueta de paseo, si mis chicos van a la
escuela… ¡Aaaahhh! Que no me van a engañar ahora, con este aparato…
y ya mismo lo voy a probar… María, dígame una cosa… ¿cuánto gastó
usted en la feria?
(Voz desde adentro.) —¿Ehhh? Mil pesos, señor.
Dueño. —(Mira el globo que no se infla.) ¡Ajá, parece que no me mintió!... y
dígame, ¿es cierto que su novio me fuma los cigarros?...
(Voz.) —¡Qué esperanza!... (El globo no se infla.)
Dueño. —Si uno quiere, puede preguntar mentiras a los chicos, para ver si
funciona… Oh, pero allí se acerca mi esposa Filatelia, sssshhh,… ahora…
ahora sí… ssshhh… ¡Hola, querida Filatelia, cómo te va!...
Señora. —¡Hola, querido! Cómo te va a ti… ¿bien?, me alegro…
Dueño. —Dime, querida… (Mira el aparato.) ¿Qué hiciste ayer?...
Señora. —¿Ayer?... ¡Ah!, sí, fui a casa de tía Anunciación, que está enferma
de viruela boba… (Él mira el aparato, que no se infla.)
Dueño. —Bien… bien, y dime otra cosa… ¿Qué hiciste ayer tarde, eh?, que
estabas tan coquetamente vestida… ¿eh?
Señora. —Ayer tarde… ¡Ah, sí!... Pero si estuve zurciendo tus calcetines que
están tan rotos como si un perro rabioso los hubiera mordido. (Él vuelve a
mirar el aparato, que no se infla.)
Dueño. —…¡Ajá!... y dime, ¿es cierto que andas diciendo por allí, por las
calles, que yo soy un viejo idiota?... ¿Eh?
Señora. —¡Pero qué esperanza, querido! La que dice eso es mamá, tu
suegra… Pero dime una cosa, querido, ¿qué aparato es este que miras
con tanta insistencia, eh?; explícate… ¿quieres?
Dueño. —¡Cómo no, querida! Mira, este aparato es un detector de mentiras, y
cuando alguien dice una mentira frente a él, este globo que está aquí se infla…
Señora. —… ¡Ah!... qué bien… qué bien… Dime, querido,…
Dueño. —Sí, querida… (Se la ve venir.)
Señora. —Dime… ¿Es cierto que tú trabajas mucho en la oficina?...
Dueño. —¡Este… este… ehhh… como dos burros juntos, querida!
(El globo se infla.)
Señora. — …¡Ajá!... y dime… ¿qué hiciste con los 300 pesos que te di
ayer, eh?
Dueño. —…Ehh… mira, se los presté a mi amigo Osvaldo que está en la
miseria. (El globo queda inflado.)
Señora. —Así, ¿eh?... y dime por qué viniste a las cuatro de la mañana…
Dueño. —Mira, querida… estuve en el velorio de un amigo que murió de
sarampión… (El globo sigue inflándose.)… y dejó una viuda inconsolable que
llora su desesperación (El globo sigue inflándose.), muchos chicos solitos (El
globo sigue hasta que revienta. Ella sale y trae un garrote. Le pega y se va. Él
toma el invento y lo tira.)
Dueño. —¡Ayyy… al diablo con los inventos!... (Se va.)
Telón
A. César López Ocón, en: Pablo Medina (compilador), Teatro de títeres. Antología, Buenos Aires, Ediciones Pedagógicas, 1977.
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