Juan y el suri
Hacía mucho tiempo que el zorro Juancito quería comer al suri. Pero el suri era muy ligero para correr y siempre lograba escapar cuando el zorro lo perseguía.
Sin embargo, el zorro era muy astuto y no se daba por vencido.
-Tengo que hacer algo para engañar al suri -se decía una y otra vez. Entonces, un día el zorro le robo un par de zapatos al hombre. Se los puso y salió a caminar por el campo, con la idea de engañar al suri.
Cuando el suri vio al zorro le pregunto:
-¿Qué es esa cosa que tiene en las patas, zorro?
-Son unos zapatos para correr más rápido y no lastimarme los pies.
-¿Y dónde los compró, si se puede saber?
–le pregunto el suri preocupado y temeroso porque pensaba que el zorro lo iba a poder atrapar con esos zapatos nuevos.
-Yo mismo me los hice, soy un gran zapatero-dijo el zorro.
El zorro vio que el suri ya había mordido el anzuelo y siguió con su plan.
-¡Oiga, compadre, a usted también le hacen falta unos zapatos para que no se lastime las patas cuando corre en el campo! ¿No le parece?
-Cierto, pero no encuentro zapatero que me los haga.
-¡Ah! si es por eso no se aflija, que yo se los puedo hacer…
Y ahí no más comenzó a tomarle las medidas de las patas. Era una buena oportunidad para atrapar al suri, pero el zorro sabía que si fallaba esta vez nunca más iba a poder atraparlo ni engañarlo, así que prefirió esperar.
-Listo- le dijo el zorro. Mañana al mediodía, si hay buen sol y no llueve, lo espero aquí para darle sus zapatos.
El zorro había robado de una tienda un pedazo de cuero crudo y muy contento se puso a fabricarle los zapatos. Se los hizo bien ajustados a los pies.
Al día siguiente había un sol radiante, y antes de salir humedeció bien el cuero de los zapatos. Entonces fue donde el suri.
-Aquí tiene amigo- le dijo, y se los colocó
-¡Son muy bonitos!- exclamó el suri, contento porque pensaba que ahora iba a poder escapar para siempre del zorro.
-Más lindos van a ser cuando corra un poco al sol.
El suri, pensando que había logrado engañar al zorro, salió muy ufano con sus zapatos nuevos. Al rato, el cuero crudo mojado se fue secando con el sol y le comenzó a apretar los pies, los dedos se le juntaron y no pudo correr más y ahí quedo plantado. El zorro, que lo iba siguiendo, aprovecho para comerlo.
Suri: uno de los nombres del ñandú.
Cuento folclórico.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario